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Mostrando entradas de mayo, 2014

Patio de butacas II: La Misión

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Primero fue el disco. No sé porqué, aquella portada con un crucificado volando a ras de la cascada me sedujo inmediatamente. De vinilo todavía, corría el año 88 y ambos soportes convivían al tiempo, ocupó todo mi descanso entre la jornada de trabajo matinal y la vespertina. Casi tres horas en las que le di varias veces la vuelta, regresando la aguja al corte donde Dios, porque no podía ser más que Dios, tocaba el oboe bajo el seudónimo de Gabriel. Si, ya sé, en la portada lo dice bien claro: Música de Ennio Morricone, pero los dioses siempre se han servido de los hombres para enmascarar su obra. Y ésta lo es. La tecnología no era la de hoy en día, y tardé un par de años en poder ver la película. Ni la detestable saña con la que guionistas y director tratan a los españoles de la época, pudo empañar la tremenda impresión emocional que me dejó vulnerables los sentimientos. La balanza entre el bien y el mal, la suave línea que los separa, o los une, vaya usted a saber, flota durante to

Confieso que he leído IX: Festejos de boda, Naguib Magfuz.

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Nos la cuentas cuatro veces, desde cuatro ojos distintos, todos involucrados en la historia. Y nos explicas entonces que todo depende del cristal con que se mire, que nadie es poseedor de la verdad absoluta, y que lo blanco y lo negro pueden no estar tan separados como pensamos. Lo haría años después Luciano G. Egido en su "Fatiga del sol", con un estilo mucho más espartano pero también una hermosa novela. Pero además, mientras te leemos, llegamos al convencimiento de que la mayoría de nosotros nunca deberíamos intentar escribir, siquiera un triste relato. Fue la primera vez que te leí, y el desánimo llegó de improviso, apenas unas líneas después del comienzo. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado cómo describir los afectos de un hombre enamorado sin caer en la sensiblería excesiva? Tu lo consigues, y nos dejas perplejos: "Dichoso el hombre cuyo corazón no late en vano" ¿Alguien se atreve a escribir después de esto? A mi la hoja me parece aún más blanca, com

Patio de butacas I: Memorias de África

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La vi dos veces seguidas, aprovechando la sesión continua que aún ofrecía el Cine Club Dehon. Fue el personaje Denys Finch Hatton, Robert Reford, el que primero atrajo mi atención. Rebelde, libre, sin dejarse atar a nada ni a nadie, atraía, quizás por ello, a la intrépida y romántica Baronesa Blixen. Pero fue el vuelo sobre la tierra africana, el mayor regalo que, en palabras de Karen, le hicieron jamás, lo que me produjo una sensación sobrecogedora: como los vientos y corrientes que se aúnan en un punto para parir una tormenta perfecta, así los paisajes, la sensación de libertad, la brisa en el rostro, la banda sonora, los gestos emocionados de ella, se convocaron en esa breve escena tan simbólica, que hace que a partir de ese momento no sigas la historia con los mismos ojos. Karen zozobra entre la superficialidad de su matrimonio y lo profundo de su relación con Denys. Para ella es un mundo nuevo, escuchar y ser escuchada. Ella tenía una granja en África, pero eso era lo de meno

Confieso que he leído VIII: La verdad sobre el caso Savolta

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Primero fue "La ciudad de los prodigios" y luego la divertida "Sin noticias de Gurb", para esperar casi cuarenta años desde que escribiste esta novela para atacar su lectura. No me gustaba el título, aún es así, pero dentro había mucho más de lo que esperaba, como cabría suponer de ti. Aunque debo confesar que la primera parte, magistral, me desconcertó de entrada, pues más que una historia al uso, parecían notas diseminadas, dejadas caer aleatoriamente en busca de orden. Pero todo va tomando forma, la historia, los personajes, los ambientes, oh los ambientes. En verdad, no sabría decirte si he leído una novela policíaca, histórica, romántica o satírica. Qué macedonia de géneros y estilos tan bien llevados. Además, mantienes la intriga hasta el final, no resolviendo hasta la penúltima página, enigmas que planteas en la primera. Eso no se hace, hombre, que hay otras cosas que hacer además de leer. Gracias por contarnos esta maravillosa historia. Y escribe má

Estuvo por aquí

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Hoy pasé la mañana con mamá. Anduvo por casa, canturreando zarzuelas como hacíamos hace años. Y esperábamos, silenciosos, a que le pisaran el rabo a Carolina y le soltara el gorgorito al caballero del alto plumero en Luisa Fernanda. Y solidarizarnos con el pobre Vidal, despechado del amor de la protagonista, cantando triste a sus Vareadores que volvía sin su morena a su tierra extremeña. Y me volvió a hacer callar, para escuchar con atención el dúo de Mariblanca y Alberto en Molinos de Viento, cuando ella le llama, Alberto, y él, emocionado le pide: "pronuncia mi nombre otra vez". Cuánto le gustaba.    "Costas las de Levante, Playas las de Lloret, dichosos los ojos que os vuelven a ver"    Qué malo Pascual, como engaña a Jorge diciéndole que va a casarse con Marina. Qué triste canta Alfredo Kraus:      " No sabes tu, que yo tenía, la vida enferma de tanto amar. Y desde el fondo del alma mía, mi amor gritaba, matar, matar"      Pero todo salía bi