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Mostrando entradas de 2019

Cuaderno de bitácora II: Oratorio Festivo, mi colegio.

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Este año se ha celebrado el Centenario del Colegio Diocesano Oratorio Festivo, los actos finalizaron este viernes. Estar tan lejos no me ha dejado formar parte de la fiesta, pero mi orgullo por haber pertenecido, por pertenecer a ese colegio, no alberga duda alguna. El colegio es algo más que un edificio y un patio. Somos los alumnos, de hoy y de ayer. Es el personal de servicios, quién me iba a decir que aquella limpiadora que me perseguía con la escoba por haber golpeado con el balón la ventana del laboratorio, acabaría siendo mi suegra. La gente de administración, los directivos no docentes. Y son sobre todo los maestros, mis queridos maestros. De ellos quería hablaros hoy. Al arrimo de una foto que el colegio ha publicado en su página de Facebook, no he podido menos que pensar en la deuda que contrajimos con ellos. Y que dudo que hayamos estado a la altura a la hora de saldarla.       Mis queridos maestros andan ya jubilados. Deberían de estar satisfechos por la tarea desem

El bául de las palabras II: Artería

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  En esta sección caben también las palabras que, aún existiendo en el diccionario, son poco utilizadas y, en realidad, su uso estaría más que justificado.     Quería comenzar por artería , ojo, con tilde. Cuando la leí en la novela "Lolita" de Vladimir Nabokov leí arteria, y como en el contexto de la frase no había significado coherente que valiese, volví a leerla con detenimiento, dándome cuenta de la tilde sobre la i. Y claro, fui al diccionario. Allí nos dice que es un término peyorativo: Amaño, astucia que se emplea para algún fin.         Es decir, un sinónimo de pillería, sin que se suponga que el autor de la misma sea un pillo. No creo que sea una palabra para el uso cotidiano, quizás algo pedante, pero sí para el lenguaje literario.

El baúl de las palabras I: Retestero.

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No apareces en ningún diccionario vigente. La Academia, la Real, se olvidó de ti. No sé si nunca estuviste o simplemente fuiste mala, te nominaron y acabaron expulsándote de allí, como a los aprendices de trovador que desafinan, gallean al cantar, o simplemente caen mal a la prole. Tampoco María Moliner parece hacerte caso. Es una lástima, porque útil, lo que es útil, me pareces un rato. Es Luis Mateo Díez, gran escritor donde los haya, leonés él, con un castellano tan puro que cada novela suya es un libro de texto de nuestra lengua, quien te utiliza en su maravillosa "La fuente de la edad", que tantos años he tardado en leer.     Y para resolver mi duda, he tenido que recurrir a diccionarios de palabras perdidas u olvidadas. Y no me cabe la menor duda de tu utilidad: Retestero: lugar donde da el sol de plano.     O sea, lo que mi madre, de una forma un tanto más coloquial, me decía de niño: "Estas justo en medio de toda la solanera"     Ella, q

El cortejo de las musas VI: Desobediencia narrativa.

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    A estas alturas debería saber que para un escritor es fundamental conocer de qué va a escribir. Muchos de mis amigos escritores son auténticos gurús del arte de las escaletas, y tendrán mucha razón en serlo. Y de alguna manera, di parte de mi brazo a torcer un día. En realidad, para mí, una escaleta, un índice, es una excusa perfecta para huir de ella. No la dibujo, ni la coloreo, como mucho un boceto que me recuerde dónde quiero ir.     Pues a pesar de ello, de las escaletas, de los índices y de las guías de ruta literarias, acabo de traicionar a una ayer mismo. Y creo que ello ha enriquecido lo que escribo. En la escaleta general de la novela, el protagonista vivía en un lugar lúgubre, tenebroso, terrible. Terminada esa parte, debía cambiar a un escenario incluso peor que el descrito. Pero terminando de escribir lo que ocurre en esa primera ciudad, tuve la sensación de que el cambio programado era más de lo mismo: seguir narrando las miserias de un personaje en un entorno

Patio de butacas VII: Danza contemporánea. Bolero y Carmen.

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Hoy era la primera vez que asistía a un ballet en directo. La compañía era la MM Contemporary Dance Company, de Reggio Emilia, Italia, y el programa, Bolero de Ravel, y Carmen de Bizet. La primera parte la dedicaron al Bolero. Con algunas variaciones originales en la partitura, muy breves, pero que enriquecían las posibilidades de la danza. La coreografía fue un canto a la evolución, del menos al más, de lo impuro a lo puro, del vacío al amor, de la soledad del individuo al poder del grupo y, sobre todo, de lo iconoclasta o vanguardista del inicio, a una danza más ortodoxa en los momentos finales.  Comenzaron dos bailarines, vestidos de negro. Conforme la música iba in crescendo, se iban incorporando más bailarines. También el vestuario evolucionaba del negro inicial, al blanco y negro intermedio, para terminar, los 7 sobre el escenario, vestidos de blanco, bailando el apoteosis final, en una coreografía grupal impactante. La foto que encabeza este comentario pertenece a un momen

El cortejo de las musas V: Viviendo en el límite de la imaginación.

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Llevo tiempo viviendo en un lugar horrible. Allá donde ocurren cosas terribles, y quienes me rodean no saben si sus vidas llegarán a escuchar los próximos cuartos de la muda campana. Los veo, los escucho, los siento sufrir y esperar, de esperanza y espera, los oigo llorar. Ellos no me ven, pero estoy. Me convertí en prisionero voluntario para convivir con ellos y contar sus vidas y quizás sus muertes. Casi ninguno saldrá vivo de allí. Alguno apenas.     Conozco la Historia de lo que pasó en aquel tiempo, en aquellos lugares. Todos la conocemos. No me interesa. No es eso lo que quiero contar. Hablo de sus sentimientos. De lo que nadie nos ha contado, lo que todo el mundo ha dado por supuesto. Como si millones de muertos, muchos más heridos, sobre todo en el alma, se resumieran en una frase, en una palabra, en una cifra. Un muerto, un herido, duele a mucha gente, germina miedo en quienes lo ven morir, herirse, llorar. No son restos lo que descansa en fosas, o bajo lápidas tardías, o