Es Navidad
Equivocaron los Mayas la profecía sobre el fin del mundo. No acabó este valle de lágrimas en la fecha prevista, entre sunamis, lluvias de meteoritos y otras catástrofes anunciadas. Tal vez, lo que su oráculo detectó y no supo interpretar es que, dos mil doce años más tarde, se repetiría la escena que tuvo lugar en Belén, cuando nació Jesús entre un buey y una mula, por mucho que el iluminado del Vaticano venga ahora a trastocarnos la tradición, en vez de dedicar su supuesta infalibilidad a exterminar pederastas entre sus tropas y aliviar el dolor de los que sufren. Si al niño Jesús no le ha importado que durante este tiempo se le acunara entre animales, dudo que vaya a presentar reclamación alguna a los millones de creyentes de buena fe, que nos negamos a dejar esas figuras en la caja del belén durante todas las navidades. Decía que la escena se repite, fiel a los tiempos del Nazareno recién nacido. Todos somos Jesús, muchos de nosotros obligados a buscar posada, fruto de desahuc...