Confieso que he leído XXIII: Querida amiga, Marina Mayoral.

Yo quisiera escribir como Marina. Es muy difícil, muy pocos son capaces de hacerlo así, crear un texto, hermoso y atractivo, donde el escritor no se note, que parezca que no esté. Y vaya si está, una escritora monumental que huye de florituras innecesarias, que nos cuenta una, y aquí son siete, historia como hay que contarla, sin aspavientos ni tratando de demostrar al lector lo bien que escribe. No es un secreto que siento predilección por los autores de mi tierra, quizás por aquello de las sensibilidades parecidas y cosas así, vaya usted a saber, pero en el caso de Marina va algo más allá, y se convierte en horizonte al que uno desearía llegar a la hora de escribir. Quimeras, nunca gozaré de esa habilidad, pero mientras llegó, tal vez alcance a hacerlo mejor. "Querida amiga" son siete historias, siete cartas en realidad, donde la autora juega con la sutil línea que separa realidad y ficción: Nunca sabes, o muy pocas veces al menos, en que lado...