Cuaderno de bitácora XVI: Héroes de la niñez

 

    Mis héroes son otros, los ficticios, distintos a los que exhiben sus superpoderes hoy en día. Vivimos abrumados, diría yo que ciegos, por el universo Marvel, con sus Iron Man, Spiderman, Capitán América o La viuda negra. Los 4 fantásticos y Superman, también, aunque parece que pertenecen a otro sindicato. 

   No, no son esos ídolos de la niñez los que han llegado hasta esta madurez que se acerca a ritmo de foxtrot a la tercera edad, para la que no falta tanto; un par de lustros, como mucho.

    Quizás mis héroes son más mundanos aunque no menos imaginarios, pero tenían una virtud que no veo en los actuales: no eran los perfectos todopoderosos que son hoy. Bueno, Astérix sí, pero es que con la poción mágica como arma secreta, ya se sabe, no hay rival que se atreva.

   Y es que con nadie mejor que con el Capitán Tan para ir de aventuras -"En mis viajes por todo lo alto y ancho de este mundo", cantaba-. O el Pato Donald, Mickey, Goofy, detectives y exploradores como ninguno, acompañados de un perro despistado, Pluto, de los sobrinos de Donald -los forestales juveniles-, y un pato anciano, ricachón, roñoso y cascarrabias llamado Gilito. 

    La S de Superman era la cara del Pato Donald en mi camiseta, que llevé muchas veces en mi niñez y que me resisto a abandonar incluso en las más señaladas ocasiones. Semper Fidelis.

Fuente: Novelda Digital
Foto: Novelda Digital.

    No sé qué sentirán los niños cuando Spiderman se sube por las paredes o Superman vuela, pero dudo mucho que iguale a la emoción que nos embargaba cuando Peter Pan rociaba de polvo de hada a Wendy y a sus hermanos para poner rumbo a Nuncajamás y, allí, batirse en duelo con Garfio, el capitán.

    Además, la aventura no moría en la pantalla, la seguíamos dibujada en tebeos -no, no diré cómic-, que releías una y otra vez hasta aprendértelo de memoria: Astérix el galo, Super Mortadelo, Capitán Trueno, Jabato, El guerrero del antifaz, Pátomas, Super Goofy -¿Os acordáis de él y de sus súper gramíneas?

    Vivíamos todo el día rodeados de aventuras, las ajenas de los tebeos y las propias del parque, el descampado o el patio del colegio. Y no, no teníamos vídeo, la tele era en blanco y negro y al cine íbamos cuando se podía. Pero teníamos algo que, a veces, echo a faltar en los que vienen por detrás: imaginación.

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