Entradas

Mostrando entradas de 2025

Cuaderno de bitácora XIX: Iván Klánsky (y Carlos Santo) en Novelda.

Imagen
   El piano nos miraba desde el centro de la sala, como una brújula que no señalara siempre al norte. Sus notas eran su aguja magnética que giraban y giraban incansables sobre nuestras cabezas, sin importarle en qué punto cardinal estuviéramos sentados.     Se vistió la sala de silencio, aguardando las manos que comenzaran el concierto. Aplausos agradecidos por lo que vamos a escuchar, como una promesa de la belleza que se avecina. Sin más pausas que las que ordena el pentagrama que sólo existe en la mente del pianista, Bach es el prólogo y Schubert, a cuatro manos, dos pianistas, el camino hacia el descanso, necesario para darnos cuenta de lo ocurrido.      Desde todas las latitudes y longitudes del pianista, surgen murmullos de admiración; en las tertulias bajo la llovizna que baldea el patio, se habla del asombro, de la maravilla, de lo afortunados que hemos sido por venir. Y nos felicitamos porque aún quedan vueltas que dar a ese glob...

Confieso que he leído XIX: Sólo un día más, Susana Fortes.

Imagen
     Si hablara de cocina y dijera que, con los mejores ingredientes, es sencillo cocinar un gran plato, estaría faltando a la verdad. Cuentan tantas cosas a la hora de componer un guiso, que los materiales suponen apenas un pequeño porcentaje del resultado.      Pues lo mismo ocurre en esta preciosa novela de Susana Fortes: no puede haber mejores protagonistas que mi queridísima paisana María Casares y el Premio Nobel francés Albert Camus para plantear una novela. Pero sin la sensibilidad, la voz literaria y el buen gusto de la autora, sin esos componentes, hubiese sido imposible sacar el partido que ella ha obtenido de una historia de amor, que no por repetida tantas veces a lo largo de la historia, deja de sorprendernos en cada esquina de sus páginas.       Susana rinde homenaje a un amor imposible que, a pesar de todo, fue real. Que tiene su cuaderno de bitácora en los centenares de cartas que Albert y María se cruzaron y que, sin du...