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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Cuaderno de bitácora XII: Pepe "el Carbonero"

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    Le recuerdo, no al modo que Victor Jara nos hablaba de Amanda, pero le recuerdo, sobre todo en cada canción que él me enseñó a apreciar, en cada rincón de aquellas letras tan hermosas que corrían el riesgo de pasar desapercibidas por los oídos del joven impetuoso que yo era.      Lo que aprendí de él no aparece en ningún boletín de escuela, ni en diplomas colgados en la pared, pero eso, lo aprendido, va siempre conmigo y cobra forma cada vez que vuelven esas viejas canciones sobre las que Pepe impartía sus maravillosas lecciones. Hay muchos momentos irrepetibles a su lado, que bien podrían llevar por título el nombre del cantante o el estribillo de la canción de los que siempre tenía algo que contar: Serrat y sus Paraules de amor o su Drapaire ; María del Mar Bonet y su dulce manera de cantar el mallorquín; Violeta Parra dando Gracias a la vida  para luego llegar al Maldigo del alto cielo ; Cholo Aguirre y los Ríos, rebelde y manso, o el Indio pequeño de los ojos grandes. Eran tan

Cuaderno de bitácora XI: Leche caliente

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    El otro día olí la leche caliente de mi niñez. Volvió a mí al abrir un paquete. Estaba fría, pero el aroma me llevó hasta el cazo de mi tía Josefina, en su casa del Carril, la calle de la familia, que vertía leche casi hirviendo sobre mi taza, donde la aguardaban trozos de pan con la promesa de convertirse en sopas para la merienda, repartiendo el perfume de la leche caliente por toda la sala, tan intenso, que traspasó cincuenta años para llegarme hasta aquí, hasta ahora.     Si los olores son el mayor catalizador de la memoria, a mí me regaló la escena completa aquel aroma a hervor que me obligó a cerrar los ojos mientras mi tía me servía: Y vi la gran mesa de comedor, de mármol negro; la chimenea, siempre apagada, que presidía el salón; la puerta de la cocina, abierta, que dejaba ver el escaso espacio que quedaba en su interior para las tareas; el calor del brasero, removidas las brasas de cuando en cuando para alimentarlas de oxígeno como a mí de sopas; al fondo, enfrente, la es