Cuaderno de bitácora XII: Pepe "el Carbonero"

    Le recuerdo, no al modo que Victor Jara nos hablaba de Amanda, pero le recuerdo, sobre todo en cada canción que él me enseñó a apreciar, en cada rincón de aquellas letras tan hermosas que corrían el riesgo de pasar desapercibidas por los oídos del joven impetuoso que yo era. 

    Lo que aprendí de él no aparece en ningún boletín de escuela, ni en diplomas colgados en la pared, pero eso, lo aprendido, va siempre conmigo y cobra forma cada vez que vuelven esas viejas canciones sobre las que Pepe impartía sus maravillosas lecciones. Hay muchos momentos irrepetibles a su lado, que bien podrían llevar por título el nombre del cantante o el estribillo de la canción de los que siempre tenía algo que contar: Serrat y sus Paraules de amor o su Drapaire; María del Mar Bonet y su dulce manera de cantar el mallorquín; Violeta Parra dando Gracias a la vida para luego llegar al Maldigo del alto cielo; Cholo Aguirre y los Ríos, rebelde y manso, o el Indio pequeño de los ojos grandes. Eran tantas las canciones y tantos los cantores.

    A Cholo Aguirre lo vimos juntos en el salón de actos de la desaparecida Caja de Ahorros de Alicante y Murcia. Pepe me fue explicando la mayoría de las canciones que escuchamos aquella noche. De ella, tengo el recuerdo de unas palabras del cantor, que se quedaron en mi memoria para siempre: Cuando presentó La flor de la canela, dijo

"Ojalá no se muera nunca, Chabuca Granda"


   Y mi profesor particular me desmenuzó la canción y me explicó quién era Chabuca Granda en una pausa del recital. 
    Pepe admiraba a Cholo y esa admiración me la contagió sin vacuna posible. Y el amor que sentía por la canción popular hispanoamericana, también. Hay por casa un disco, de vinilo todavía, que compró mi madre en Círculo de Lectores. No puedo evitar que Pepe "el Carbonero" venga a oírlo conmigo cada vez que lo pongo. Y siento que me susurra al oído decenas de historias de esas canciones, o de lo que él vivió cuando las escuchaba de joven -una forma de Volver a los 17, después de vivir un siglo- o lo que le hacían sentir su música o su letra. Mi gusto musical no sería el que es sin Pepe. De ninguna manera. Por eso es imposible que lo olvide nunca.

    Hace años que Pepe se fue, tan pronto. Pero es raro que pase mucho tiempo sin que venga a verme. Cuando canto Paraules de amor, él está ahí para recordarme que Serrat, un día, en Mallorca, en la playa, cogió una guitarra prestada y se arrancó a cantar a los presentes a cambio de que no faltara cerveza. Entonces, aquel día, las paraules d'amor no fueron senzilles i tendres, sino sentides i tendres. Yo, al cantarla, en el primer estribillo pienso en mi madre, que lloraba cada vez que la escuchaba, y les paraules siguen siendo senzilles; pero al repetirlo al final de la canción, ese es para José López Bestard, Pepe "el Carbonero" y mis paraules hacia él no podrían ser más sentides.




PD. Las fotos de Pepe me las ha facilitado su hermana Marga. Muchas gracias, de corazón.
 

Comentarios

  1. Que recuerdos más senzilles i tendrás! Me encanta 💖

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  2. Era un personaje particular e impresionaba

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  3. Bonitas palabras. Gracias Luis María por compartir este recuerdo. Un fuerte abrazo.

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  4. Gracias por compartir vuestra emoción. Pepe dejó huella en mucha gente, era una persona generosa con los demás. Mucho.

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