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Mostrando entradas de 2021

Patio de butacas VIII: Jesucristo Superstar.

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   Es mi ópera favorita. Ya, ya sé que cuando escuchas la palabra ópera te vienen a la cabeza Verdi, Puccini o Wagner, pero Jesucristo Superstar es la ópera rock más famosa del mundo, y desde 1973 una película y un musical de culto.    Quiso el destino que el primer curso de BUP lo pasara en casa de un familiar en Alicante, donde la única música a la que podía acceder era un radio casete pequeño y una cinta de 90 con Jesucristo Superstar grabado en la versión original de Ted Neeley, Carl Anderson e Yvonne Elliman, que es la banda sonora de la película. Sin saber inglés, me la llegué a aprender de memoria de tanto escucharla. Muchos fragmentos se me quedaron grabados: cuando Magdalena unge a Jesús y Judas se lo recrimina, la entrada en Jerusalén con el Hosana tan festivo, la Última Cena, Getsemane, el juicio ante Pilatos, y el charlestón con el que los autores caricaturizan a Herodes.      De regreso a casa, acabado 1º de BUP, le reventé los dos casetes originales a mi hermano, hartos d

Confieso que he leído XXIII: Querida amiga, Marina Mayoral.

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    Yo quisiera escribir como Marina. Es muy difícil, muy pocos son capaces de hacerlo así, crear un texto, hermoso y atractivo, donde el escritor no se note, que parezca que no esté. Y vaya si está, una escritora monumental que huye de florituras innecesarias, que nos cuenta una, y aquí son siete, historia como hay que contarla, sin aspavientos ni tratando de demostrar al lector lo bien que escribe.     No es un secreto que siento predilección por los autores de mi tierra, quizás por aquello de las sensibilidades parecidas y cosas así, vaya usted a saber, pero en el caso de Marina va algo más allá, y se convierte en horizonte al que uno desearía llegar a la hora de escribir. Quimeras, nunca gozaré de esa habilidad, pero mientras llegó, tal vez alcance a hacerlo mejor.     "Querida amiga" son siete historias, siete cartas en realidad, donde la autora juega con la sutil línea que separa realidad y ficción: Nunca sabes, o muy pocas veces al menos, en que lado de la frontera est

El baúl de las palabras VII: una Tomiza en el Platero y yo de Juan Ramón.

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     En uno de los capítulos de la maravillosa "Platero y yo", Juan Ramón nos habla de una "tomiza" . No conocía esa palabra y siguiendo el hábito que me enseñó mi profesora de 3º EGB, la señorita Isabel, la he buscado en el diccionario y creado una ficha de ella. (En el colegio las escribíamos en el cuaderno)     Resulta que tomiza es una cuerda o soguilla de esparto, y me han venido a la cabeza los cordeles de esparto con los que atábamos los saquitos de las uvas. Quizás no sea lo mismo, pero la verdad es que la imagen me ha pasado poderosa por la imaginación.     De todas formas, me sigue sorprendiendo la cantidad de palabras que desconocemos y que, en realidad, son útiles. Tal vez nuestros maestros nos las mostraran en las lecturas escolares, pero la falta de uso las oxidó en algún lugar de nuestra memoria, arrinconadas en el diccionario, en obras literarias o en blogs como éste.     Os dejo el enlace de la entrada que dediqué a mi queridísima señorita Isabel,

Diario del Libro de Ramón II: Compañeros de viaje.

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    Siempre suelo llevar varios libros en danza. La lectura de "Vivirás mejor que yo" de mi amigo Ramón Martínez, no es una excepción. Quería contaros qué otras obras danzan a su alrededor, unas ya terminadas, otras aún en lectura.     "En brazos de la mujer madura" de Stephen Vizinczey; "Vivir sin permiso", de Manuel Rivas ; la relectura de "Platero y yo" de Juan Ramón; "Diarios de la Revolución de 1917" de Marina Tsvietaieva; "Gema" de Milena Busquets ; "Agonizar en Salamanca" (Salamanca tenía que ser, como en la novela de Ramón), de Luciano G. Egido; "Dicen los síntomas", de Bárbara Blasco. "Esto no estaba en mi libro de Historia del Ajedrez", de Antonio Gude.      En negrita, los acabados.    Alguna más ronda por ahí, quizás olvidada durante semanas, pero estas son las obras que no me dejan tranquilo, las que me llaman a cada momento, distrayéndome de la tarea con la de mi amigo.     A veces m

Banda sonora I: 1975 Demis Roussos.

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    Fue un día de junio de 1975, no puedo recordar cual, la verdad, pero debía de rondar uno de los últimos de la primavera, cuando los Padres Franciscanos organizaron la excursión fin de curso de aquel año. Habíamos terminado 4º de EGB y los autobuses se alineaban delante de nuestra impaciencia infantil, mientras los mayores, profesores y algunos padres llamados a rebato, apenas acertaban a calmar la inquietud de las tropas. Todos queríamos saber qué autobús nos correspondía, como si al llegar a la Manga del Mar Menor no hubiese playa para todos y fuese imprescindible llegar los primeros a destino.     Mi madre se apuntó a la fiesta. Ni por esas me dejaba respirar tranquilo. En la pequeña pausa que los conductores se tomaron en Torrevieja, ella se empeñó en visitar la Lonja mientras yo prefería jugar un partido que se había montado en el aparcamiento, en medio de los autobuses. No hubo manera.     Recuerdo muy poco del viaje de ida, salvo los gritos histéricos en la lonja, pero a la v

Confieso que he leído XXII: Enderezo descoñecido, Kressmann Taylor.

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    Debería de ser lectura obligada en las escuelas, por Literatura y por Historia.  Por fascinante. Por sorprendente. Por tremendamente humano.     Porque desgrana nuestra naturaleza sin ambages, en primera y segunda personas, desde el tú y yo, desde lo que fuimos y lo que somos.      Porque la venganza es un plato que se sirve frío y suele ser privilegio de los inteligentes.     Max, americano, y Martin, Alemán, son amigos y socios de una galería de arte. Viven en Estados Unidos. Max es judío. En 1932 Martin vuelve a Alemania, donde Hitler comienza su gobierno.     La novela, epistolar, son en realidad las cartas que se cruzan entre el 12 de noviembre de 1932 y el 3 de marzo de 1934 los dos amigos. No tienen desperdicio. Podrías leer el libro en apenas una hora. No lo hagas. Saboréalo como un buen vino o un flan que lo mereciese.     Ha estado muchos años, desde 2002, aguardando su turno en mi estantería. No sé porqué he tardado tanto, pero la espera ha merecido la pena. Os ruego que

Diario del Libro de Ramón I: Manos a la obra

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    Seguro que Ramón se batió las neuronas pergeñando el título de su novela, pero para mí, y mientras no haya futuras obras que pudieran confundirme, la llamaré "El libro de Ramón", al uso del Polideportivo Municipal de Novelda, al que nadie conoce por otro nombre que no sea "Los campitos de Ramón", aunque se trate de otro Ramón más Santo que el que nos ocupa.     Me da mucho miedo leerla, porque por aquello de la amistad, intuyo que el autor me preguntará la opinión. Siempre se me dieron mal las cortesías en esos trances y en caso de que me llegara a no gustar, algo que no creo que ocurra, sería incapaz de no decírselo.      La comienzo hoy. En Hamelín, tierra del flautista, una ciudad preñada de historias y leyendas. Como la ciudad donde transcurre su novela, Rabudo. Me temo que Ramón y yo tendremos algo en común cuando termine la novela que aún le debo a don Antonio Aranda, que en paz descanse. Ya hablaremos de eso.     No os voy a dar mi opinión aquí sobre lo q

Trovadores VII: Me niego a madurar

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Me niego a madurar, si ello significa dejar de lado la niñez. Como podréis comprender, hoy no estoy dispuesto a perder la sencillez con la que ama un niño antes de haber crecido. Me niego a ser infiel a mis propios principios tan sólo por crecer. Me niego a madurar, me niego a madurar, repito. Me opongo a vender o a negar mi identidad.     Hace más de veinticinco años que escribí estos versos, y en aquel entonces quien me iba a decir que sería tan difícil ser honesto con lo dicho. No soy un niño, ni lo era en aquellos días. Por supuesto que todos maduramos, pero la queja de esos versos no levanta un protesto contra la huella que nos deja el paso del tiempo, sino contra la pérdida de la utopía, del sentido de la justicia, de la alegría de vivir, de la rebeldía con o sin causa que nos recubre cuando aún no hemos sido deformados por los convencionalismos, el aburguesamiento y la superficialidad que, poco a poco, sustituyen a los valores que se pierden tras la juventud.