Confieso que he leído XXIII: Querida amiga, Marina Mayoral.

    Yo quisiera escribir como Marina. Es muy difícil, muy pocos son capaces de hacerlo así, crear un texto, hermoso y atractivo, donde el escritor no se note, que parezca que no esté. Y vaya si está, una escritora monumental que huye de florituras innecesarias, que nos cuenta una, y aquí son siete, historia como hay que contarla, sin aspavientos ni tratando de demostrar al lector lo bien que escribe.

    No es un secreto que siento predilección por los autores de mi tierra, quizás por aquello de las sensibilidades parecidas y cosas así, vaya usted a saber, pero en el caso de Marina va algo más allá, y se convierte en horizonte al que uno desearía llegar a la hora de escribir. Quimeras, nunca gozaré de esa habilidad, pero mientras llegó, tal vez alcance a hacerlo mejor.

    "Querida amiga" son siete historias, siete cartas en realidad, donde la autora juega con la sutil línea que separa realidad y ficción: Nunca sabes, o muy pocas veces al menos, en que lado de la frontera está el lector y mucho menos la autora. Es un libro redondo, y hasta ahí puedo leer -Mayra Gómez Kemp, qué gran presentadora- sin desvelar nada importante: Recordad, es redondo. Como dice la contraportada, se trata de fragmentos de vida en donde laten las pasiones humanas. Os añado: es una invitación para sentir.

    A Marina le debemos el conocer mejor la novela capital "Los pazos de Ulloa", de doña Emilia Pardo-Bazán, ya que escribió el ensayo preliminar de la edición de Castalia y también un ensayo magistral "Estudios sobre los Pazos de Ulloa", Ed. Cátedra, actualmente agotado y que solo se puede encontrar en librerías de lance. La novela de mi ilustre paisana doña Emilia -creo que todos los coruñeses hemos jugado de niños sobre su estatua de los Jardines de Méndez Núñez-, es una de mis favoritas, y gracias a Marina uno llega a entender tanto la obra como el contexto de la misma. Le debo las gracias.

    Brétema es suya. Es la ciudad donde discurren gran parte de sus historias. Yo le puse ese mismo topónimo a mi aldea de los cuentos de la Costa da Morte. Tuve que cambiarlo, tengo que cambiarlo, al recordar que ya existía en la imaginación de Marina antes que en la mía. Brétema, niebla en galego, es una evocación para un gallego que lleva demasiado tiempo fuera de su tierra; imaginamos, recordamos, nuestros paisajes siempre sumergidos en ella, abrazados a la llovizna que la surca. Le pertenece a la maestra, sin duda. Si algún día mis relatos ven la luz, será desde el mismo sitio, pero en distinto lugar. 

    Os dejo el enlace a su interesantísima web. Espero que os guste. Web Marina Mayoral

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