El cortejo de las musas I: Afrontando la tarea

Llevo varios meses escribiendo lo que querría ser una novela. Desconozco si llegará a hacerse mayor, o quedará en un mero intento. Hasta ahora, fragmentos deshilvanados de una idea, escena aquí, escena allá, sin más orden que una supuesta cronología. Hoy he puesto manos a la obra, afrontando esa tarea que tanto me asusta: esquematizar el argumento, tanto el principal como los accesorios, y dotarles de estructura tempora, dónde queda cada una de las acciones, en qué lugar de la historia y cuándo quiero darlas a conocer.

También debato con el narrador: él quiere ser uno y omnisciente. Yo quiero que otros más le acompañen, que haya más ojos que nos puedan mostrar la parte intima de lo que sucede. No quiero una mirada omnipotente, más bien prefiero lágrimas que empañen la historia, brillos que la iluminen con una sonrisa, sobre todo en aquellos momentos en los que la intensidad de lo contado sea muy alta.

Necesito trabajar los personajes. Es la parte de contar que peor asumo: todos resultan parecidos, fríos, asépticos. Para presentarlos al lector, me veo en la obligación de describirlos, lo que resta naturalidad al relato, además de que así quedan fosilizados por el prisma del narrador.

O sea, día de mucho trabajo literario. Algo saldrá de aquí. Felices libros.

Comentarios

  1. Ánimo, amigo, y te deseo pleno éxito. Me gusta tu estilo y tus planes.

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  2. Gracias Maestro. Ni un solo día sin leer y/o escribir. Ahora, con Plenilunio, de Muñoz Molina y Tiempo de inocencia, de Carme Riera. Éste me gusta más que aquel.

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