El cortejo de las musas IV: La perspectiva del pintor.

Dicen que uno de los mayores problemas con el que se encontraban los pintores del Antiguo Egipto al decorar los hipogeos, era lo estrecho de las estancias, que les impedía dar un paso atrás para ver el efecto de la obra.

Yo he dado un paso atrás. No para ver mi obra, que no tengo, simplemente cuento historias. Tampoco para descubrir si realmente me gusta escribir, ni si me hace feliz despertar emociones a mis lectores imaginarios. (El lector nunca existe, es un ente irreal: nadie lee o debería leer delante del autor)

No se trata de nada de eso. He dado ese paso para preguntarle a la hoja en blanco si me quiere. Si me lo va a poner difícil. Si me lo va a seguir poniendo cada vez más difícil, mejor dicho. He arrastrado los pies para ver mis huellas, y comprobar si en realidad dejan la pisada que quiero dejar. Si esa hoja no está mejor virgen que escrita. Todo eso transcurre por mi mente, mientras me resisto a decidir qué hacer con el pincel que aguarda rematar el fresco en la pared.

Hace meses que dejé mi grupo de escritura creativa. Adela, te echo de menos. Ya lo sabes. A los demás también, pero es que tú me entiendes tanto cuando escribo, que conversar contigo es darme cuenta de lo que hago bien y de lo que hago mal. Siempre tendremos un papalote que volar.

He echado de menos a mi guía, a mi "seño", quisiera que fuera mi amiga. Isabel es la culpable de tanta pregunta, porque nunca me dejó quedarme en la superficie, y allá donde me zambullí suceden estas cosas. Cada palabra que enhebro es gracias al hilo y a la aguja que ella me enseñó a manejar, y aún espero que me cuente más secretos de la costura.

Han sido los tres últimos meses un tiempo sin escritura. Sin leer siquiera un línea. Una frase. Una palabra bien escrita. Hoy me he sentado ante mi cuaderno, que me esperaba impaciente. No, sin prisas, no he escrito nada. Lo he apartado, y he abierto el ordenador. Quería sacar fuera todo esto que os cuento. Compartirlo con vosotros. Mañana, abierto el cuaderno, o alisada la hoja en blanco, cogeré el bolígrafo. Veremos si se entienden.

Comentarios

  1. Luis María, yo también te echo de menos. Mucho. Mucho. (Y en breve te pediré si quieres echarle un ojo al primer borrador de mi proyecto de novela que estoy por terminar, con todo y tu ausencia y la presencia, claro, de nuestros compis y de nuestra Isa.)
    Me han emocionado, mucho también, tus palabras. (Con ojos humedecido y toda la cosa.) Y me alegro muchisisímo que vuelvas al diálogo con la hoja en blanco. Que te plantees volver a los secretos de la costura de palabras. Que sigamos teniendo papalotes que volar. Y textos que escribir. Y compartir. Y leernos. Y releernos. Y comentarnos.
    Te mando un abrazo enorme y cálido (con el deseo de encontrarme pronto, o no, a tu tiempo, con un relato tuyo, viejo o nuevo o como sea).

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  2. Escribiré una historia en un papalote, para que vuele y la puedas leer desde ahí.

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  3. Hola, Luis María:
    ¡Cuánta coincidencia!
    En estos días he estado invocándote muy seguido. Primero, mientras leía Patria, que me recomendaste hace algún tiempo. No me olvido que me lo sugeriste a raíz de lo bien que le haría a mi proyecto que yo conociera un modo coral de contarlo. Y te digo, que bien que le haría a mi proyecto que lo escribiera Aramburu :-)
    Y releyendo lo que he escrito —al contrario que tus relatos que vuelan como volantines, o si prefieres, papalotes—, lo mío arrastra las chancletas por lo pasillos de un hospital en medio del toque de queda. Y no vuela.
    Acabo de escribirle a Isa y a los compañeros, a ver si me vuelven los ánimos. Y quise que lo supieras, decirte que te hemos echado de menos, que yo también siento tu ausencia. Y mira con que me encuentro: con tus nostalgias, con los papalotes que desde México van en tu búsqueda.
    Aquí va otro desde el sur de Chile, desde la nueva Galicia austral y lluviosa.
    Con la esperanza de un reencuentro, vaya un abrazo fraterno
    Ligia

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  4. Hola Ligia !!

    Yo quiero leer tu historia. Quiero saber de ti a través de ella. Porque eres una mujer maravillosa, la única a la que he visto llorar con lo que cuenta. No voy a decirte que te animes, porque sería en vano, nadie se anima por el mero hecho de que alguien se lo diga. Pero tienes que salirte de la historia. O protagonista, o narradora. Me da en la nariz que lo que viviste, si bien intenso, no fue precisamente felicidad. Entonces ¿porqué dudas al elegir entre una u otra? Nárralo. Ni siquiera hace falta que sea verdad, porque en aquellos años tan duros, también había sueños, ilusiones, auto engaños para hacer más llevadera la realidad. ¿Porqué no nos los muestras como si hubiesen ocurrido? La segunda estrella a la derecha existe: para unos, tendrá nombre, luminosidad, pertenecerá a una galaxia determinada; para mí es el hogar de Peter Pan. Y todos vemos la misma estrella. Lo que ocurrió ya no te puede hacer daño, el pasado no tiene manos tan largas como para llegar hasta ti hoy en día. Cuenta todo lo de maravilloso que hay en tí, que es mucho. Trata de enamorarnos a los hombres y que te envidien las mujeres con tu novela. Hazte propaganda. No dejes que recordar te haga daño, porque todo el que te hicieron te ha convertido en la mujer sensible y apasionada que eres. Entonces seguro que mereció la pena. Yo también tengo ganas de estar con vosotros. Veremos como silban los vientos del verano.
    AbrazoteS enormes y eternos.

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