Trovadores III: Benditas feridas, Rosa Cedrón.

Cada vez resulta más difícil encontrar el asombro en lo que nos rodea. Todo se va cubriendo de una aureola de cotidianidad, de habitual, de más de lo mismo que te hace entornar los ojos y perderte gran parte de la luz que en realidad proyecta. Las emociones, casi siempre, llegan de los recuerdos: aromas que acercan el pasado, sones que nos transportan a momentos entrañables, lágrimas que afloran ante unos versos repetidos tantas veces que parecen formar parte de nuestro propio vocabulario. Y podríamos creer que con los años uno acaba viviendo en un desierto sin más adornos que aquellos que trajimos con nosotros desde el ayer, que en el resto del camino no nos sorprenderá ningún oasis en el que saciar la sed.

Pero existen. La sensibilidad se da la mano con el talento de quienes son capaces de despertar nuestras emociones. Y como en las pócimas que preparaban los druidas que vivían en los bosques de mis ancestros celtas, alguien mezcla los ingredientes precisos para que se dé la magia. "Benditas feridas" es una canción donde la música y la letra se abrazan para mostrarnos la forma del amor, de los sentimientos, del dolor, que también es vida, y sus cicatrices. Un tema que pasó un poco desapercibido por mi mente, escondido detrás de la emocionante "Non serei eu". Una canción en mi lengua materna, esa a la que nunca llegué, que me fue negada y que vuelve a mí cada vez con mayor insistencia. Amo mi tierra tan profundamente como profundo es mi agradecimiento hacia aquellos que la hacen aún más bella, y me la muestran hermosa gracias a su talento y esfuerzo. Hoy ha sido Rosa Cedrón. Pocos músicos en nuestro país son tan grandes como ella.

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