El Gran Akiba III: Obituario, Kurt Pape (1936-2020)

Cuando en 2012 tuve que emigrar a Alemania, lo primero que busqué fue dónde estaba el club de ajedrez en Hamelín, si es que lo había. Si el idioma podía ser una barrera, el ajedrez es una lengua común con la que entenderse y hacer más llevadera la adaptación a esta nueva etapa.

Quisieron los hados que la vivienda provisional que mis jefes me procuraron estuviera a escasos treinta metros de la Casa de la Juventud, aquí llamada "Arco Iris", donde tiene su sede el club de ajedrez.

No fue difícil hacer las presentaciones. Aún no hablaba nada de alemán, pero en mi inglés nivel suburbano pude hacerme entender. Un hombre entrado en años, afable, que físicamente me recordaba a mi ilustre veterano noveldense Wigberto Rizo, enseguida se interesó por mí y me ayudó a conocer los hábitos del club.

Era Kurt Pape, en aquel entonces tenía 76 años, y era el presidente del Hamelner Schachverein desde 1967. Casi nada. Siempre tuvo una palabra amable para mí, primero en inglés y un par de meses después ya en alemán. Cuando empecé a jugar con el segundo equipo y las cosas me fueron terriblemente mal, él comprendió mi situación: rodeado de compañeros a los que no entendía, en un equipo con una exigencia deportiva fuerte, y con una carga de estrés que me hacía sufrir bastante. Me invitó a jugar en su equipo, el cuarto, y me cedió su primer tablero. Gracias a él terminé adaptándome, esa temporada no volví a perder ninguna partida. Al año siguiente subí al tercer equipo, aunque yo no quería. Él me dijo que el capitán era una buena persona. Lo es. Mucho, y estoy muy contento en ese equipo.  Kurt a menudo me preguntaba si estaba a gusto, aún siete años después de mi llegada. Siempre se interesaba por mi hija, Ariadna, a la que apreciaba sinceramente. Era incapaz de verme por la calle, él iba en bicicleta ya pasados los ochenta años, y no acercarse a saludarme. Y me volvía a preguntar por Ariadna. O por mi mujer, cuando ella se tuvo que volver a Novelda.

Kurt nos dejó el pasado 31 de enero, justo dos días antes de celebrar un torneo de rápidas con motivo del Centenario de mi club, torneo que lleva su nombre Kurt Pape Open.

Era un hombre bueno, al que siempre estaré agradecido, y que siempre también, tendrá un huequecito en mi corazón.

Por cierto, las veces en que desde aquellos primeros días he tenido que subir al segundo equipo donde tan mal me lo hicieron pasar, he ganado siempre. Pero es que gracias a Kurt, y a Achim mi actual capitán, he vuelto a confiar en mi ajedrez. Eso, Kurt, te lo debo, entre otras cosas. Descansa en paz.

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