Confieso que he leído XIX: El silencio y el mar, Enrique Botella.

No suelen ser muchas las oportunidades que tenemos de leer la primera obra publicada por una editorial. Pero hemos sido afortunados, porque el nuevo sello "Editorial Mankell" no podía haberse presentado con una obra mejor que la novela de Enrique Botella "El silencio y el mar". Ambientada en los años de la Guerra Civil y de la dictadura posterior, el momento cumbre elegido por Botella es el bombardeo del Mercado de Abastos de Alicante, donde sucederá uno de los giros fundamentales de la novela.

Todo escritor lleva dentro una parte de novelista y otra de contador de historias. Puede parecer lo mismo, pero yo suelo diferenciarlos a menudo. Me confieso un enamorado de los contadores de historias, que son aquellos que centran sus esfuerzos en transmitirnos lo que quieren mostrar y contar, por encima de la forma concreta de hacerlo, es decir,  del estilo y de la voz literaria.

Pues Enrique Botella es un buen novelista, pero es sobre todo un increíble contador de historias. Desde la primera página nos tiene cogidos por las tramas que se van trenzando a lo largo de toda la novela, contando, mostrando, las vicisitudes de su elenco de personajes y las relaciones, a veces sorprendentes, entre ellos. Ríes con ellos, sufres con ellos, te enamoras con ellos, disfrutas de la belleza de nuestra isla de Tabarca con ellos. Qué gran mérito conseguir esa simbiosis con los personajes.


Y lo hace con un estilo directo, sin demasiadas florituras, componiendo escenas de las que uno no puede salir ileso. La carga emocional que maneja Enrique es muy potente en muchos momentos de la obra, y el autor sabe hacer cómplice al lector, que se involucre en lo que está pasando, que sienta lo que sienten los personajes, como decía anteriormente.

Es imposible dejar de leer. Quieres saber lo que va a ocurrir en el siguiente capítulo. El autor tiene una sutil habilidad para esconder el futuro. Incluso en los extraños  momentos en los que el lector cree saber qué va a suceder, hay lugar para la sorpresa y el resultado no defrauda en ningún caso.

He procurado hablaros de esta obra sin desvelar nada de la trama. Merece la pena leerla. Eso sí, no tenéis ninguna oportunidad de hacerlo sin emocionaros.

El último comentario lo merece el libro en sí: una encuadernación en rústica, tapa blanda, cuidada, el papel excelente, así como la letra y la maquetación. Es un libro muy agradable de leer, lo que se agradece muchísimo.

Si las futuras obras de la editorial andan en esta línea, merece un porvenir prometedor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Cuaderno de bitácora XIII: Censura

El baúl de las palabras I: Retestero.

Cuaderno de bitácora XV: Mirando por la ventana