El Gran Akiba IV: Recordando a Bobby Fischer.

    El próximo día 17 se cumplirán 15 años de la muerte de Bobby Fischer, para muchos el mejor jugador de ajedrez de la Historia. El libro de sus partidas contra Spassky fue uno de los primeros que leí, allá por el año 1977. 

    Cuando murió, publiqué unas líneas en la web del club al que pertenecía entonces, el CA Aspe. Quiero recordarlas hoy, tan cercano el aniversario de su fallecimiento. Sus partidas y su recuerdo siguen presentes en quienes amamos el ajedrez y seguimos aprendiendo de su talento y trabajo.


Carta In Memoriam a Bobby Fischer (Enero 2008)

 

              Al final, nos has robado un sueño, el de verte jugar de nuevo. Te lo llevas contigo, donde quiera que vayan los genios cuando mueren. Treinta y seis años son muchos sin verte ante un tablero. Ya lo sé, en 1992 nos dejaste con la miel en los labios: no era eso lo que esperábamos, pero tú no estabas dispuesto a darnos más. Te vas con 64 años, uno por cada escaque. Misha Tal, tu amigo a quien fuiste a ver al hospital durante el torneo de Candidatos en Curaçao, también murió con magia: su última jugada sobre el tablero fue Re1; el rey vuelve a casa.

              Pertenezco a una generación que apenas te vio jugar, pero que quería ser Bobby Fischer, emular tus gestas, tu singularidad, ser un genio. Como tú. Estudiábamos una y otra vez aquella maravillosa partida que ganaste a Donald Byrne, con apenas 13 años. O las tablas con Botvinnik en la Olimpiada de Varna. Tus Sicilianas o tus Indias de Rey. Con blancas, siempre 1.e4. O por lo menos eso creyó Spassky, hasta que en la sexta partida de vuestro match le jugaste 1.c4.

              Eres parte de nuestras vidas. Hemos sufrido el duro camino que seguiste hasta ser Campeón del Mundo, con la ventaja de que conocíamos el desenlace. Aún nos maravilla el 6-0 a Taimanov. Todavía más el de Larsen. Como iba yo a saber que morirías mientras analizaba tu partida contra Petrosian, en Belgrado 1970. La posición tras 16….Ac6! aún está sobre el tablero, donde anoche la dejé. Estudiaba el tema del peón aislado. O del peón pasado. Ambos caben. Ahora no podré preguntarte cual de los dos es más adecuado a la posición.

              Hoy ya leeré "Mis 60 Memorables Partidas" sin preguntarme si el editor te pagó tus derechos de autor, si parte del dinero que pagué por él, llegó hasta ti. Seguiré viendo tus partidas, imaginándote ante el tablero con tu jersey de rayas, o tus trajes impecables. Siempre con la cabeza entre las manos, volcado sobre la mesa, clavando los codos en busca de la verdad.  Sin regalar las tablas. Preguntándome cómo Geller o Thal pudieron ganarte tantas veces. O cómo no pudiste rematar al Patriarca en aquel maldito final. O si te hubieras cortado una oreja de no haber ganado a Smyslov.

              Ahora, por fin, podrás recuperar aquel 4-0 que te endosó Misha. Te estaba esperando, seguro, con el tablero bajo el brazo y sus sacrificios en la chistera.

              Gracias, Bobby. El ajedrez es la vida. 



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