Cuaderno de bitácora XIV: Obituario, Francisco Ibáñez (1936-2023)

    Fuiste dejándote la vida en cada viñeta que dibujabas, en cada burbuja donde hablaban tus personajes. Y al final te has quedado sin tinta; las hojas que resten en tu escritorio permanecerán en blanco aguardando una historieta que jamás conoceremos. Te las llevas todas contigo, las que esperábamos todavía, queríamos más, ignorando tu avanzada edad. Y es que, querido Ibáñez, Mortadelo, Filemón, Sacarino, Pepe Gotera, los vecinos de la 13 Rue del Percebe y otros muchos, tus personajes, no han envejecido en más de sesenta años y creíamos que tú tampoco lo harías. 

    No es casualidad que ilustre esta tristeza que cuento con la portada del primer Super Mortadelo. Fue uno de los días más felices de mi niñez lectora: Mi hermano, mucho mayor que yo, me vistió de tebeos la infancia y ninguna semana me faltó el Mortadelo. Aquella vez, el enlutado detective vistió capa de superhéroe, despertando la ilusión de un crío que se relamía con las nuevas aventuras que la revista prometía. Esa ilusión seguía viva cuando, en las Navidades pasadas, compré tu última historieta.

    Has tenido a varias generaciones entretenidas. Nos hemos divertido con tu imaginación, talento y trabajo. No te han dado el Nobel ni el Cervantes, pero seguramente has vendido más libros que muchos de ellos juntos. Te vas con el cariño de millones de lectores que te conocemos desde nuestra niñez. Eso es mucho decir. Gracias, don Francisco Ibáñez.

    Descansa en paz. Lo mereces.

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