Patio de butacas IV: Nabucco

Hoy he visto al público de Nueva York entregado a Plácido Domingo. Cantaba el hombre el rol de Nabucco en la ópera del mismo nombre y la verdad es que, a punto de cumplir 76 años, sigue emocionando con su hermosa voz y su forma apasionada de interpretar. Uno no puede más que sentirse orgulloso de ser su paisano y que pasee el nombre de España por todo el mundo.

Se ha "bajado" al rol de barítono, donde la voz no le juegue una mala pasada con la edad. Pero es tenor, y ha habido un par de veces en los que las notas con las que culminaba algún aria o pasaje no están al alcance de cualquier barítono. O de ninguno.

En el intermedio han entrevistado a los cantantes. El único que no estaba endiosado era precisamente el único dios entre ellos: Plácido, que ha contestado con su forma campechana de hablar, explicando lo que significaba para él interpretar la ópera desde el otro lado, ya que años atrás la cantaba como tenor, un joven soldado enamorado de la hija de Nabucco.

Es una suerte poder asistir a las óperas del Metropolitan de Nueva York a través de las retransmisiones que hacen en directo a cines de todo el mundo. Hoy ha habido gente que se ha quedado sin ver a Plácido por culpa de una tremenda helada que ha habido en Hamelín y sus alrededores. Estaba todo el aforo vendido y en realidad había un tercio de la sala vacío, pero es que las calles estaban peligrosísimas. Desde mi casa hasta el cine, andando, no se tarda más de diez minutos y he tardado casi media hora, tras varias tentativas de resbalón. Una lástima.

El elenco era magnífico, supongo que Plácido tampoco canta con cualquiera. Y al mando de la orquesta el mítico James Levine. El coro, también muy bueno, lo que es imprescindible en Nabucco pues tiene un gran protagonismo.

La próxima, Romeo y Julieta, la de Gounod. Si vamos, lo contaremos.

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