El baúl de las palabras V: Cuando los idiomas conviven.

    Hoy hablaba en las redes sociales con mi amiga María José Viz, autora del poemario "Mar de chuvia seca" del que os hablaré cuando lo termine de leer, sobre la importancia del tener dos lenguas maternas, lo enriquecedor que resulta el privilegio de vivir donde conviven el castellano y cualquiera de las lenguas autóctonas de nuestro país. María José y yo nos conocemos virtualmente hace poco, pero es una de esas personas que te regalan la sensación de que las conoces de toda la vida.

    Al aroma de esa conversación, recordé lo que me hizo pensar el leer cierta palabra en la colección de relatos "Ella, maldita alma", de nuestro paisano común Manuel Rivas. Lo leí esta semana, en su edición en castellano. En un momento dado la traductora, que obviamente es también gallego parlante, utiliza la palabra "pescantina" para referirse a una vendedora de pescado en el mercado. No existe pescantina en castellano. La busco en el diccionario galego y la entrada dice: "persona que vive de la pesca". Bueno, supongo que de alguna manera, una vendedora de pescado vive de la pesca, y que se le puede aplicar la palabra. Es un caso claro de cómo una lengua, el gallego, influye cuando hablamos en castellano.

    Lo curioso del caso es que en valenciano nos pasa exactamente lo mismo y con la misma palabra. Somos muchos los novelderos (naturales de Novelda, Alicante, también mi patria, y donde hablamos al mismo tiempo castellano y valenciano con toda naturalidad) que a la vendedora de pescado la llamamos "Pescatera", mi madre lo hacía, mi mujer también, y yo lo hago asimismo, supongo que por influencia de ambas. No existe pescatera en castellano, el término es "pescadera", pero sí que es una palabra valenciana, "pescater/pescatera", y la utilizamos como si fuese de la lengua cervantina.

    Eso es enriquecedor para ambas lenguas, supongo que el valenciano y el gallego tienen, del mismo modo, palabras "castellanizadas". Bueno, supongo en el caso del gallego, en el del valenciano estoy absolutamente seguro. Esa mezcolanza no empobrece, sino que nos identifica como propietarios de dos lenguas maternas. Quizás los puristas, o los que piensan que una lengua es más importante que la otra, puedan pensar de otro modo, pero la realidad es que las lenguas han llegado a lo que son hoy gracias a la interacción entre ellas, que el valenciano, el gallego o el castellano no serían las lenguas que son sin la convivencia con todas las lenguas que pasaron por nuestros territorios.

    Sigamos buscando puntos en común. Porque como decimos mi querida amiga Adela Iglesias y yo, parafraseando a Bogart en "Casablanca", siempre nos unirá un papalote (1).

    María José y Adela son dos grandes escritoras - alejadas por un océano, sin que se conozcan-, a las que admiro. La poesía de María José es esa que yo quisiera escribir, en la lengua en la que también me gustaría llenar las hojas en blanco. Adela escribe en frases más largas, se aleja de los versos, pero la sensibilidad es casi la misma, repartida en un mayor número de palabras para que uno se la vaya administrando de forma más pausada. En María José conviven gallego y castellano. En Adela, el castellano y las lenguas precolombinas que aún perviven en México. Soy afortunado por haber coincidido con ellas.


(1) Significa cometa. Y supongo que os sonará la palabra (a los valenciano parlantes, por papallona) de la que viene "papalotl", del nahuatl (lengua ancestral mexicana) que significa mariposa. Fijaros, como una lengua tan desconectada de Europa hasta el siglo XV, puede tener semejanzas con, primero el latín, por "papilo" y después con el francés o valenciano, papillon o papallona. Palabra que a mi amiga Adela y a mí nos une especialmente. Su español y el mío pasa a ser el  nuestro cuando vuela la cometa.

Comentarios

  1. Me encanta esta sintonía de palabras, ello demuestra que todas las lenguas son hermanas, es precioso compartir en las redes el valor de la palabra, pues ella en su contexto , conserva su identidad en distintas lenguas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que te guste la entrada. Como valencianos, tenemos la suerte de que nuestras lenguas se enriquecen entre ellas. Yo tengo la suerte doble, porque en mi familia quedan muchos restos del español que se habla en Galicia, y que como dice María José en su comentario posterior, tiene sus particularidades que lo hacen, como el nuestro, diferente.

      Eliminar
  2. Me encanta esta sintonía de palabras, ello demuestra que todas las lenguas son hermanas, es precioso compartir en las redes el valor de la palabra, pues ella en su contexto , conserva su identidad en distintas lenguas.

    ResponderEliminar
  3. María José Viz Blanco15 de mayo de 2020, 15:49

    Qué honor que me menciones, amigo Luis. Me apetece contarte (contaros) una anécdota referida a mis estudios de Filología Hispánica. Un profesor que nos dejó una huella imborrable a todos sus alumnos fue (es) Guillermo Rojo, lingüista ilustre y miembro de la Real Academia Española, en la actualidad. En sus años mozos fue cantante de música folk gallega y, cuando se hizo profesor especializado en español, nos decía, al referiste al "castellano de Galicia", que era diferente a otros de la Península y que no debíamos sentirnos mal por no usar, por ejemplo, los tiempos compuestos al hablarlo. Él defendía que en el castellano de nuestra Comunidad es totalmente correcto decir, por ejemplo, "volví" en lugar de "he vuelto". Eso nos resultaba chocante en aquellos tiempos, en los que tratábamos todos de ser "puristas". Es que Guillermo Rojo era un didacta especial, muy inteligente y un gran conocedor de la madeja enmarallada que constituyen los idiomas y dialectos, desde sus orígenes románicos hasta hoy (igual sucede en las lenguas germánicas y tantas otras ramas lingüísticas). Muchas gracias, Luis, por todas tus atenciones.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es cierto que tenemos un castellano muy particular. Yo no sé si lo he perdido o nunca lo tuve, me quedan pocos rescoldos, pero en mis primos sí que lo distingo muy claramente. Yo tengo la influencia del valenciano, y esa es la riqueza del español, las maravillosas influencias que tiene, tanto aquí como en el otro lado del océano.

      Eliminar
  4. Y yo afortunadísima de haber encontrado ese papalote que nos une, amigo querido. Me emociona platicar (como decimos en México, que acá solo hablan o charlan) contigo. Y tu entrada ya me está inspirando para hacer una propia y seguir profundizando en el tema del castellano (o español, como le decimos en México) que es, a la vez, muchas lenguas. Después de más de 6 meses en tierras madrileñas, me encuentro hablando (y lo más asombroso, pensando) con palabras y expresiones que en México no se usarían, ni se entenderían y, además, ejerciendo mis habilidades traductoras para conmigo misma, aun sutilmente. He descubierto, también, que hay palabras que no te pueden explicar y que solo acabas de pillar (agarrar en mexicano) cuando las experimentas, cuando las vives en carne propia. Ya te contaré más en mi blog. Mientras tanto, un abrazo enorme vía papalote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo me refiero al español como castellano cuando estoy en España, porque para mí, el resto de lenguas de nuestro país, también es el tuyo, son igualmente españolas. Pero cuando hablo con alguien de fuera de España, o me quiero referir a la lengua que tenemos en común tantos países, le llamo español. Ya me conoces, me gusta utilizar cada palabra con una precisión que a veces ni yo mismo comprendo. Mil AbrazoteS.

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Cuaderno de bitácora XIII: Censura

El baúl de las palabras I: Retestero.

Cuaderno de bitácora XV: Mirando por la ventana