Confieso que he leído VI: El médico y Los pilares de la tierra

 Dos asignaturas pendientes desde finales de los ochenta, el Médico, principios de los noventa, los Pilares. Expresión máxima de mi aprensión a embarcarme en novelas de fama exagerada con garantía de satisfacción. Ambos regalo de mi madre, que construyó la mayor parte de mi biblioteca de aquellos años. Y en apenas un plumazo, me reconcilio con los autores y sus obras. Más con Gordon que con Follet. El Médico es mucho médico, aureolada de aromas y texturas, rica en historias y en detalles. Es buen escritor el amigo Noah. Seguiré resistiéndome a leer sus secuelas, Chamán y la Doctora Cole, e invertiré el tiempo en cosas mejores.

En los Pilares he llegado a odiar al maldito obispo y al William de las narices. No tienen otro objeto en la historia que conseguir que todo vaya mal para los demás. Ambos son personajes exagerados, algo superficiales y esperpénticos. Al contrario que Gordon, gran parte de la historia no es creíble, lo que en novela histórica puede resultar un defecto, asumible, pero defecto.

En cambio, el ritmo de la historia es trepidante, agil, no cansan sus mil quinientas páginas. Siempre pasa algo, generalmente malo o muy malo, pero te mantiene en tensión durante toda la novela. Por momentos, semeja del género negro o policiaco, especialidad real del autor.

Como odiosa comparación, no consigue, como hace Falcones en la Catedral del Mar, que lleguemos a sentir la grandiosidad de la construcción ni la brillantez de su iluminación natural. Le falta maestría en la descripción. Eso lo echamos de menos. Al menos yo.

Ahora, y gracias a mi amiga Inés, a la que tanto quiero, ando liado con Maldito Karma. De hecho, apenas me quedan unas páginas. Felices libros!!

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